¿Influye ser religioso a la hora de tener sexo?
¿En qué? ¿En la frecuencia? ¿En el tipo de prácticas? ¿En la calidad? ¿Pone límites la religión? Por encima de las creencias, por educación y por cultura, está la personalidad que se conforma paralelamente a esa educación, tanto por genética -la que nos viene dada- como por experiencias, únicas en cada momento y contexto de nuestra vida. Independiente de lo que nos inculquen, está la biología que dicta la necesidad de tener sexo en todos, incluidos religiosos dedicados y entregados. El sexo es un estímulo incondicionado, necesario -como comer y beber- que aparece con independencia del deseo consciente de querer tenerlo o no. Es algo natural, no decidido, pero sí sentido cuando aparece, y que aparezca es involuntario, aunque luego podemos buscarlo voluntariamente tras la experiencia de sensaciones agradables, porque todo lo que crea gratificación queda grabado y “expuesto” a ser repetido por nuestra naturaleza irracional. Inhibirlo es posible, con sacrificio y malestar, pero pos