Psicología: las vacunas contra la melancolía
O transgredimos las normas o nos deprimimos. Así estamos ahora. Muchos no pueden soportar más y, o salen con sus necesidades poniéndose en peligro a sí mismos y al resto, o se deprimen. Pero ¡no!, haber estado esperando y sacrificándonos tanto tiempo no puede tener un resultado banal, no, ahí, ya mismo al otro lado, está la luz. Está de verdad. Las vacunas van a ser y están siendo el mejor antídoto contra la depresión .
¡Miedos fuera! No paramos de un brote, un rebrote y otro… y ya llevamos así más de un año, y mientras «perdiéndonos» la vida y lo peor, otros perdiéndose literalmente su vida. Necesitamos ya, más que nunca, -porque nunca antes nos habíamos sentido en una limitación emocional como ésta-, expresar sentimientos, recibir sentimientos, sonreir con caricias, llorar con abrazos, ser más personas con otros que en soledad; necesitamos ya sí o sí dejar de imaginar el contacto físico y experimentarlo, reproducirlo, valorarlo más que nunca, multiplicar las sensaciones.
Después de tanto sufrimiento con impotencia, quienes hayan pasado el covid, quienes hayan perdido a algún ser querido por el covid, quienes hayan estado reprimiéndose por el covid, quienes hayan sacrificado estar con sus padres mayores por el covid, quienes sienten que han perdido una parte de su vida... quienes anhelan ahora una vida elegida por ellos y no impuesta por el miedo, quienes hayan sufrido dejar de ser libres y quienes hayan visto su vida en peligro, seguro, han tenido y debido obtener una lección de vida que para nada va a caer en saco roto. El resto de días venideros no pueden verlos igual... seguro que serán más conscientes de los límites no elegidos de la vida, seguro que son más conscientes de lo que no deberían mantener en su vida, de lo que desean, de lo que a partir de ahora sí serán capaces de buscar y conseguir, siempre hay un antes y un después de una situación y una vivencia tan decisiva como ésta…
Están muchos, en un momento, en el que nada es gratificante, en el que han perdido la ilusión, momento en el que no ven el fin, en el que imaginar algo bonito les crea el pensamiento de «nunca más» nos refugiamos en los recuerdos agradables con una sensación agridulce, como protegiéndonos, como tirando de recuerdos para evitar la realidad. Esa es la nostalgia: recordar con agradabilidad y al mismo tiempo con tristeza.
Recordarnos en el pasado, en lo que fue y no sabemos si volverá a ser, debería servirnos para darnos cuenta de lo que sí somos capaces, de lo que sí hemos sido capaces de conseguir antes… Ahí está nuestra fortaleza, ahí está la señal de que sí podemos con todo, de que de esta salimos... y de que la ayuda objetiva, además de nuestra responsabilidad, son las vacunas. En poco, los vacunados podremos estar juntos sin mascarilla, sin medidas de seguridad. Así lo dice la EMA, agencia europea del medicamento, y así lo están viviendo ya en Israel, de nuevo la «normalidad», y una vez más con vacunas, el gran descubrimiento contra las pandemias más graves que nos has marcado en la historia.
Nos ha tocado una de esas pandemias a nosotros, ¡quién lo iba a decir! Así ocurre todo, «un buen día ya nada es igual sin que hayas tenido tiempo de hacerte a la idea o de negarte». Aquí estamos formando parte de la historia de las próximas generaciones y quién nos iba a decir que todo iba a ser visto a través de una ventana, real, y de una interpretación psicológica (la ventana de la emociones).
Y aquí estamos los que estamos, más o menos melancólicos, pero estamos para seguir deseando, viviendo, ayudando, y escribiendo la historia de nuestras propias experiencias y una vez más la historia del milagro de las vacunas en tiempo récord para poder recobrar esa libertad que ahora sabremos gestionar y valorar de una forma más adaptada a nuestras necesidades y deseos. La libertad es nuestro bien invisible más preciado y solo ahora hecho presente, más que nunca.
La melancolía nos posiciona en lo que de nuevo puede y va a ser, ya mismo, con una sonrisa.
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